EL SUEÑO
Era el 10 de abril de 1942 en Filadelfia. Salomón Aberman
había sido reclutado para participar en la Segunda Guerra Mundial. Era un gran
piloto de aviones. Pronto iba a ser padre de Jacobo. Su esposa estaba
embarazada desde hacía tres meses. Había nacido en Checoslovaquia, pero se
había mudado a EEUU, con sus padres, cuando era un jovencito. Encontró la
muerte el 3 de septiembre del 1942, cuando su avión fue derribado en el medio
de la batalla por un avión nazi BF-109. Luego de la caída, él estaba bien, pero
su acompañante, no. Salomón bajó del avión para buscar ayuda y, cuando estaba
por llegar a su campamento, fue emboscado por el enemigo y lo fusilaron.
Era junio de 1972, Jacobo tenía 29 años y su madre estaba
internada a punto de morir. Ella nunca le había contado cómo había muerto su
padre. Cuando la fue a visitar al hospital, ella le dijo:
- Te voy contar qué sucedió
con tu padre, pero no con palabras, solo espera...
Esas fueron sus últimas palabras.
Jacobo se despertó de un sueño. Estaba en un manicomio, en
1975. Luego de la muerte de su madre, sentía que ella le estaba queriendo decir
algo por medio de un sueño, por eso tenía el mismo, y eso lo trastornaba. Un año después, salió del manicomio y fue
recibido por sus abuelos maternos en su casa. No los veía desde que había
entrado al manicomio. Era la primera noche, luego de su salida. Sus abuelos, lo
habían recibido amorosamente. Para celebrar el encuentro, le ofrecieron
compartir una noche de películas. Eligieron una de la Segunda Guerra Mundial.
Cuando terminó, le mostraron una foto de sus padres, para que Jacobo siempre
piense en ellos. Luego, se fueron todos a dormir. Jacobo, como de costumbre,
tuvo un sueño; pero no era el sueño de siempre.
Empezó con la madre que le decía:
-¿Te acordás que yo te quería contar algo, acerca de la
muerte de tu padre?
Empezó a ver el sueño...
Había tensión en el aire. De
repente, me percaté de que era el piloto de un avión de guerra, pero mi mente
no podía manejar el cuerpo, solo veía a través de los ojos de el piloto. A mi
lado se encontraba un compañero. Ambos estábamos cayendo en una zona de guerra,
con un ala incendiada. Cuando chocaron contra el suelo, se terminaba el
sueño... Jacobo, se despertó repentinamente, se encontraba todo sudado. Eran
las 5 am y decidió salir a caminar para despejarse un poco. Al regresar a su
casa, se quedó pensando que el sueño que había tenido estaba incompleto, ya que
no podía ver si él y su compañero habían muerto en el choque. Decidió buscar
una respuesta. Fue hasta la tumba de su madre, buscando que su espíritu lo
guiara. En el cementerio, tuvo una visión, que le mostraba que el uniforme de
piloto que usaba en el sueño tenía una chapa identificatoria de teniente, que
decía Aberman, su mismo apellido, entonces supuso que ese hombre que manejaba
el avión era su padre, al que no tuvo la oportunidad de conocer. Así, logró
aclarar una de sus dudas: quién era el
piloto de dicho avión; pero todavía no sabía si había sobrevivido al choque o
no.
Hasta que una noche, durante un sueño… Apareció su mamá:
- Ahora te toca ver
la última parte del sueño. Pude reconectarme con vos, cuando me fuiste a
visitar al cementerio. -
Empezó el mismo sueño como de costumbre, el que estaba en un
avión cayendo en una zona de guerra, pero en el momento que siempre terminaba,
no terminó…
Al final su papá
salió vivo, pero su acompañante estaba muy herido. su papá le dijo a su
compañero:
-Buscaré ayuda médica, todo estará bien, y se marchó dando
tropezones
Obviamente, yo seguía viendo a través de los ojos de mi
padre. Cuando salió del avión, estaba en un campo de batalla, disparos, balas,
terror y sangre era lo que se sentía allí. Mi papá no llegó ni a caminar 35
metros, fue emboscado por unos nazis, que lo fusilaron. Después de eso el sueño
se terminó. Jacobo se despertó de golpe, su cama hizo tanto ruido que sus
abuelos se despertaron. Él logró ubicar, perfectamente, el lugar donde había
ocurrido la batalla. Entonces, salió de la casa desesperado y se tomó un taxi
directo al aeropuerto de Filadelfia. Compró un pasaje y tomó un avión hasta
República Checa. Una vez en el país, se tomó un tren a Liberec. Al día
siguiente, buscó el lugar dónde había ocurrido el conflicto. Encontró un pueblo
alejado de la ciudad, donde vivían muchos jóvenes. Solo en una de las casas
vivía un anciano llamado Samuel, el cual era conocido por ser un veterano de la
Segunda Guerra Mundial. El viejo soldado había servido en el mismo batallón de
Salomón; entonces Jacobo decidió tocar su a puerta para hablar con él, sobre lo
sucedido en la guerra. En la casa del anciano había varias fotos de la Segunda
Guerra Mundial, en la cuales estaba retratado junto con sus compañeros de
batallón. En una de ellas, Jacobo reconoció a su madre: estaba sentada junto a
dos hombres, uno muy parecido al anciano y el otro que le resultaba familiar.
Entonces, le preguntó al anciano quién era, y él le contestó. que ese hombre
había sido su piloto durante la guerra y se llamaba Salomón Aberman. El
anciano, curioso, preguntó:
- ¿Tú cómo te llamas?
-Mi nombre es Jacobo- contestó el joven
- ¿Y cuál es tu apellido? -dijo el anciano
-Aberman.
Ese fue el momento en el que, el joven se dio cuenta que
todo lo que soñaba podría llegar a ser real, pero también, dudaba del anciano,
porque nunca le había podido contestar dónde había caído el avión
específicamente y le contó que su padre había muerto en un portaaviones en el
Mar del Norte, durante una misión de rastreo. No sabía si el anciano había
inventado la historia o si en realidad él mismo estaba alucinando. Si su madre
le había dicho la verdad a través de un sueño o si el señor había mentido. De
nuevo en EEUU, sus abuelos estaban desesperados. Al día siguiente de su
reencuentro no lo volvieron a ver, se había escapado sin avisarles. El alivio
del reencuentro les duró poco. Su nieto les contó toda la historia de su viaje,
sus extraños sueños y su encuentro con el anciano. Angustiados, le pidieron que
al día siguiente visitara a su médico. Juntos fueron a ver al psiquiatra que le
diagnosticó esquizofrenia.
Piacentini, Bruno.