lunes, 12 de noviembre de 2018

El secuestro inesperado

Equipo 2:
Gatto Paz Luciano
Monte Martín
Piacentini Bruno
Perales Turco Macarena
Velázquez Rocío

El secuestro inesperado

  Un día cualquiera, Juana salió de compras, siempre dejaba su auto en el
mismo estacionamiento, pero esta vez, fue diferente. Estacionó tranquilamente y
se fue. Pero al volver, le llamó la atención no ver personas por ningún lado.
Juana, nerviosa, empezó a buscar sus llaves. De la nada, un auto frenó repentinamente.
Se bajó un hombre muy alto y musculoso. Juana trato de caminar más rápido, pero
no pudo. El hombre comenzó a perseguirla hasta que llegó a una calle sin salida
y consiguió agarrarla. Ella trató de gritar para que la ayudaran, pero el
hombre la metió rápidamente en el baúl de su auto.
Después de un rato, varias personas comenzaron a salir a la calle. Todos habían escuchado los gritos de


Juana, pero nadie sabía a dónde se la habían llevado.
 Los testigos comenzaron a sospechar de dos


hombres que habitualmente cuidaban los autos en la zona. Se trataba dos hombres
de baja estaturas, con cabello claro. Ambos se veían un poco asustados después
de lo sucedido. Entonces, la gente llamó a la policía.

Mi nombre es Clara, fui designada:

detective a cargo del caso sobre la desaparición de Clara.                 

Empecé a cuestionarme distintas teorías sobre el caso. Lo primero que traté de averiguar es cómo se habían
sucedido los hechos y dónde estaba Juana ahora. Me preguntaba: ¿se fue por
propia voluntad?, ¿la secuestraron?, ¿escapó?, ¿quién la tenía?, estaría aún
con vida etc., etc.
Lo primero que hice fue mirar las cámaras de seguridad del estacionamiento. Descubrí que se trataba de un
secuestro. Fui persiguiendo los rastros que había dejado el auto en la calle.
Mientras tanto, la policía demoró a los dos hombres que al principio eran
sospechosos, para tratar de sacar datos del crimen. Pero esto resultó inútil ya
que los únicos datos que lograron obtener fueron los gritos de Juana, que
escucharon los cuida coches. Resultaban ser inútiles para la resolución del crimen.
Mientras seguía el rastro, empezó a sonar mi celular. Me llamaban de la comisaria. Me pasaron una llamada del 911,
en ella se escuchaba la voz de una joven desesperada y asustada. Era Juana. Le pedí
algunos datos que me podían ayudar, Le dije que tratara de tranquilizarse y
describirme el lugar en el que estaba.
-No puedo ver nada, está muy oscuro , decía murmurando
- ¿Dónde estás? -. Pregunté
-Me metieron en un auto, en la parte trasera, dijo. Apenas puedo moverme y no sé qué hacer-.
-Escúchame bien Juana, necesito que te calmes y me ayudes, le dije con tranquilidad.
Tenés que fijarte si hay otras cosas en el baúl- le hablé con firmeza
-Está bien- dijo. -hay un hacha y una bolsa de clavos ademashabía un maniquí muy parecido a ella -.
-¿Que?- pregunte incrédula.
-Si y casi de mi estatura- contesto ella.
-Ok , dije. No podía entender el porqué de ese maniquí pero en el momento se me ocurrió una idea genial.
¿Podés ver las luces traseras del auto?, pregunté.
-Si- contestó.
Esto me dio a entender que el modelo del auto en el que estaba oculta era un  Ford viejo de los años 70, porque no en todos los
autos se puede sacar sus luces traseras desde el interior.
-Bueno, ahora lo único que tenés que hacer es tratar de romperlas para tirar por el hueco, manojos de clavos, le
dije. Ellos van a dejar un rastro y así te podré encontrar.
Juana comenzó a patear las luces traseras con todas sus fuerzas, hasta que logró romper una de ellas. Una vez
hecho esto, agarró la bolsa y dejó caer de a poco todos los clavos que había
dentro. Lamentablemente, mientras hacía esto, se le cayó a la calle el celular
que estaba usando para hablar conmigo. Entonces la llamada se cortó.
Decidí ver las cámaras de la ciudad, cercanas a la zona del secuestro y buscar un Ford viejo que esté tirando clavos
desde su baúl.Lo encontré en la ruta 11 camino a la costa.
Entonces llamé a la central para que corten la ruta y así poder encerrarlo.Fue a las 17:45 de la tarde
cuando desde la central me llamaron diciéndome:  que habían capturado el auto y su conductor
pero que Juana no se encontraba en él.
La tristeza y la amargura me recorrían el cuerpo. No podía entender qué había sucedido, por qué no habíamos encontrado el
auto del secuestrador estando tan cerca y en una zona tan poco transitada.
Me sentía desesperanzada y sin pistas, a punto de rendirme, cuando repentinamente,  ví: un auto Ford, viejo, sin una luz trasera. Entonces
decidí seguirlo sigilosamente, sin que lo notara.Se detuvo en una casa a pocas cuadras del mar y allí estaba ella: Juana.
Se la veía radiante y feliz,  besándose con un joven.
Entonces me bajé del auto, corrí hacia ellos,y le apunté con una pistola al hombre, se llamaba Juan Carlos Gómez. Sorprendida
ella me dijo:
-Bajá el arma, por favor-
A lo que contesté:-Pero sí es tu secuestrador!-
Y ella dijo: -y también mi novio-
-¿Qué?, pregunté incrédula.
-Si. Es mi novio y decidimos venirnos a vivir aquí a la vieja casa de verano de mis padres ya que ellos
nunca hubieran aceptado que fuéramos novios- dijo Juana, llorando.
Resulta que este hombre era el jardinero de la millonaria familia de Juana. Los jóvenes se amaban. Pero cuando
el padre de Juana, le propuso un día casarse con el millonario hijo de uno de
sus amigos, ella le contestó que no. Que ella quería estar con un hombre que la
amara l. Pero su padre la obligaba a casarse con ese hombre.  Entonces, ella, arregló con Juan, irse a la
vieja casa de verano y vivir juntos, crear una familia sin que nadie supiera nada y que todo parezca un secuestro, por eso ella decidió seguirme la corriente haciéndome creer que estaba en peligro.  
Su plan era hacerme creer que estaba secuestrada y que cuando todo pareciera que estábamos apunto de encontrarla de repente apareciera un vídeo en la Internet y
el cual mostraba como ella era tirada por un balcón y muriendo
en la caída.
La historia de amor me conmovió. Ahora tenía un gran problema: cumplir con mi deber y denunciarlos o ser cómplice de su historia de amor y callarme para siempre.